INDESEABLE DESPERTAR

El sol incandescente me dio los buenos días y como un viejo amigo al que uno tiene rato de no ver, a ese que llamamos entrañable, de esos que llegan hasta tu dormitorio, y te despierta con una nalgada, lo sé, lo sé, ya sé que me entendieron, bueno, la idea ya la captaron.  Ese entrañable amigo   me despertaba de mi letargo sueño, bueno eso es lo que en realidad pensé que me estaba ocurriendo. Hace unas horas atrás, me encontraba dentro de un hermoso y lujoso crucero en el mar Caribe, cuando de pronto una ola nos cubrió de repente y literalmente nos trago. Como yo me encontraba en cubierta, fui el primero al  que lanzo al océano. Luego, lo siento, pero no hay un luego, bueno en realidad, ignoro los acontecimientos que siguieron en mi odisea por el mar abierto.  Abrí mis ojos, y mi cuerpo estaba completamente empapado y sucio de arena, mis brazos me dolían y mis pies descalzos tenían unas pequeñas cortadas. Ahí fue cuando descubrí la peor de las realidades, por primera vez en mi entera vida, me había convertido en un naufrago de una isla remota y desolada. Bueno, me hubiera gustado que fuera así, pero al virar mi vista hacia mi derecha, explorando los alrededores, vi a un muchacho más joven que yo, y eso que había llegado a mis tiernos treinta años, pero no es lo que interesa en estos momentos, aquel joven despertaba de un total desconcierto.